Claudia se me salió del corazón. Y Angélica también.
Apoyé con convicción a Claudia López al Senado y a su fórmula con Angélica Lozano a la Cámara. Creí en ellas como mujeres berracas, que habían llegado lejos a pulso, con trabajo ciudadano y un discurso que conectaba con lo que muchas y muchos de nosotros —la gente de a pie— soñábamos. Pero al llegar a gobernar Bogotá, Claudia eligió hacerlo con la mano derecha. Terminó haciendo lo de siempre: repitiendo modelos fracasados y mintiéndole a la ciudad. No fue solo el metro elevado: fue más Transmilenio, un pacto ambiental que incumplió de principio a fin, un programa de educación superior que fortaleció a las universidades privadas mientras no abrió ni un solo cupo adicional en la universidad pública de Bogotá. Gobernó con el mismo libreto de Peñalosa. Hoy la escuchamos hablar de fracking —algo que antes rechazaba rotundamente— y parece que ahora son los gremios quienes la financian, los mismos que prometió enfrentar. Cambia de camiseta según le convenga: unas veces es de izquierda, otr...
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