A propósito de las pasadas elecciones.

Por: Katherin Castellanos.
Hace cuatro años celebrábamos orgullosos haber elegido el mejor alcalde y el mejor plan de desarrollo que una ciudad pudiera tener. Hoy somos quinientos mil (los votantes de la izquierda) ciudadanos frustrados viendo como la derecha "recupera la ciudad" para sus intereses y los de los constructores. 
Pero la cosa se pone peor, después de tener hace cuatro años ocho concejales progresistas y cuatro del polo, para un total de doce curules de izquierda en Bogotá, la ciudad amanece tan solo con la mitad de las curules para la izquierda: 6 concejales de izquierda frente a 39 de derecha. También se perdieron muchas curules de las JAL y por lo menos en Fontibón, la situación es crítica. 
Pero, qué pasó? 
Lo primero fue el papel de los medios, diciéndole diariamente a la ciudadanía que Bogotá pasaba por su peor momento y una ciudadanía ciega e ignorante, adjudicado a este alcalde el problema de la movilidad que data de años y hablando de inseguridad extrema cuando gracias al desarme ciudadano, tenemos la menor tasa de homicidios en Bogotá. Pero sobre todo, una ciudadanía (mayoritariamente de clase media) arribista, que considera que la justicia social es caridad y no comprende que de esa justicia dependen las mejores condiciones de vida para las sociedades. 
Políticamente hubo graves desaciertos. Una vez elegido Petro el movimiento Progresista quiso organizarce, pero nadie asumió el liderazgo. Los concejales más votados, de quienes se esperaba otro rol, no se pusieron en los hombros la responsabilidad del progresismo, lo que era indispensable en un escenario nacional hostil, como en el que nos encontrabamos, debilitados por el esfuerzo de defender en plaza pública, los embates de la derecha contra nuestro proyecto; complot bien orquestado frente al cual quedamos tan mal librados, que si bien logramos sostenernos en la alcaldía, nuestra proceso organizativo se hizo humo. 
En ese escenario algunos de nuestros líderes decieron que la solución era la fusión con el verde y los militantes creíamos que frente a esa decisión había consenso entre los elegidos y los nombrados. Pero no era así, aunque no lo supimos oportunamente. Haber ingresado a las filas del verde, fue la debacle. Llegamos allá como corderos a reglarle a ese partido todas nuestras curules a cambio de que ni siquiera quedara el nombre de nuestro movimiento en su razón social; todo dizque para tener cómo elegir a nuestros senadores y representantes a la cámara contando con una personería jurídica, que como movimiento representativo de ciudadano no teníamos. Ahora nos preguntamos, cuántos de ellos quedaron elegidos y de los elegidos, cuántos realmente representan a la izquierda? 
Apenas pasadas las elecciones de senado y cámara se hizo manifiesto el sinsabor hacia la alianza con el verde y varios progresistas consideraron la necesidad de no vincularse a esa organización que de todos modos no nos representa. Otros, tuvimos que quedarnos, porque allá estaban atrapados nuestros concejales y ediles.
En ese partido, que obviamente no es de izquierda no hay una ideología unificada y por ende no hubo unidad para apoyar a ningún candidato a la alcaldía. En esa organización, los órganos decisorios los componen quienes tienen curul, no se considera a las bases y no se vincula a la militancia. En las elecciones fue patente, ya que si bien nuestros concejales hicieron un esfuerzo económico importante para apoyar las campañas locales, el recurso salió de sus bolsillos, ya que, al menos a la campañas de los progresistas en el verde, el partido no nos ofreció ningún resplado financiero o logístico.
Y el resultado fue macabro: Para el próximo periodo en el concejo de Bogotá, los progresistas en el verde, perdimos TODAS nuestras curules. Solo los "verdes verdes" resultaron elegidos, eso sí, apalancados por los votos de nuestros concejales. Y la lista progresista, inscrita por firmas, alcanzó tan solo una curul. En las Jal la cosa no fue mejor, la representación progresista es mínima, así como lo es la representación de la izquierda.
Y claro, es que un "partido" sin candidato a la alcaldía, no jalona sus listas; pero en nuestro caso era peor, porque era muy complicado explicarle a los votantes, por qué siendo progresistas estábamos en la alianza verde y que siendo militantes de izquierda, nuestra candidata era Clara y no Peñaloza, quien a pesar de estar avalado por Cambio Radical, tiene en el verde, sus más profundas raíces.
Esta campaña fue muy difícil y muy dura, hostil en muchos aspectos; pero lo peor está por venir. Peñaloza como alcalde, con un concejo arrasadoramente de derecha y Bogotá al servicio de la aspiración presidencial de Vargas Lleras en el 2018. 
Ojalá esta ciudad miope y manipulable, se de cuenta de lo que va a perder en materia social y ambiental y al cabo de los próximos cuatro años comprenda que la justicia social es más importante que la infraestructura y que mientras se quejaban de un gobernante que pensaba en la gente; elegían a otro que solo los utiliza para favorecer a los intereses económicos de la minoritaria clase social que representa.

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