Seguridad y Educación van de la mano

La pobreza es uno de los factores socio económicos que conducen a la población a recurrir en actos delictivos, así como la precaria condición de vida, la desocupación laboral, el micro tráfico, la adicción a sustancia, carencias alimentarias y las insuficiencias en educación, se hace necesario que una ciudad SEGURA que trabaje para enfrentarse a estas problemáticas desde la perspectiva de oportunidades laborales y de trabajo desde LA EDUCACIÓN. 

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Promovemos  el desarrollo integral de la juventud con una combinación de deporte y cultura, incentivando un constante y mayor uso de las TIC´S. 


Buscamos desde nuestra propuesta programática la integración de la educación media con la educación superior desde los grados décimo y once, es decir que existan programas básicos y especializados que incentiven la creación de pequeñas empresas y desarrollen proyectos que beneficien a la comunidad directamente, generando nuevos empleos, pero es indispensable que los jóvenes se mantengan alejados de tantos factores que los llevarían a tomar otras decisiones, por eso es importante el apoyo a la cultura, la danza, el teatro, los grupos artísticos y que las políticas públicas existentes respondan a estas necesidades. 


Una lucha frontal contra la corrupción donde se quedan los recursos públicos que deben ser para todos y no para unos pocos privilegiados. 


UNA EDUCACIÓN PARA LOS DEL BARRIO


La educación es uno de los temas que más preocupa a los jóvenes bogotanos. Pese a que en los últimos años se han hecho grandes avances en lo que atañe a la educación preescolar, básica primaria, básica secundaria y media vocacional, en lo que se refiere a cobertura, gratuidad e infraestructura física de los colegios del Distrito, en lo que tiene que ver con la educación superior, el Distrito Capital cuenta con un rezagó solo comparable con lo que ocurre en el resto del país. La educación superior, en especial la universitaria, viene pasando por una crisis desde 2016 debido a las dificultades económicas, cambios demográficos y los elevados precios de las matrículas que chocan con la caída en el ingreso.


Según las exploraciones del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana –LEE, apuntan a que solamente 39,7% de bachilleres acceden a educación superior, un dato de 2019, año prepandemia, equivalentes a 1.500.000 aspirantes, de ésta cifra solo un 10% por ciento lo hace a programas profesionales, y solo  0.8% por ciento ingresa a una universidad pública domiciliada en la ciudad. 


Esta compleja situación se debe a muchas circunstancias, entre ellas, que son muy pocas en número las universidades públicas con programas profesionales domiciliadas en la capital del país, las cuales se pueden contar fácilmente en este artículo: Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Universidad Nacional de Colombia, Universidad Pedagógica Nacional, Escuela Superior de Administración Pública (ESAP) y la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). 


Mas terrible aun, de las anteriores cinco, solo la Universidad Distrital Francisco José de Caldas está adscrita a la jurisdicción del Distrito Capital, y ella solo admite al año a un total de 784 estudiantes, correspondiente a 16 cupos por programa acreditado, en el caso en particular hay 49 programas aprobados, lo que equivale a solo un 12% por ciento, del total de egresados de Bachillerato. 


Otra de las razones que explica este bajo índice de estudiantes universitarios, respecto del total de egresados de Bachillerato de los colegios del Distrito, es que los programas que han ofrecido las administraciones distritales se han enfocado en subsidiar la oferta a través de universidades privadas, en lugar de, destinar estos considerables recursos públicos al fortalecimiento, ampliación y cobertura de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. 


Dado el contexto anterior, nuestra propuesta va dirigida a enfrentar los tres grandes problemas identificados: 


- La falta de cobertura, 

- La falta de infraestructura de educación superior y,

- La falta de acceso a la educación pública superior de los jóvenes bogotanos. 


Para ello, proponemos la formulación de un Plan Maestro de Ampliación y Cobertura de la universidad pública del Distrito, en donde la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, proyecte la creación y construcción progresiva, con recursos asegurados a largo plazo, de una sede universitaria en cada localidad de la ciudad, que implique a su vez la ampliación de los programas universitarios ofertados por la institución. No es posible que la universidad pública de la capital del país, no cuente con una facultad de medicina o de derecho.


Por otro lado, proponemos utilizar eficientemente la capacidad e infraestructura ya instalada y consolidada en los 386 colegios públicos de Bogotá, para que, en la jornada nocturna, el Distrito, a través de una nueva universidad pública, brinde programas de educación técnicos, tecnológicos y profesionales a los jóvenes y adultos que, por sus compromisos laborales matutinos, no les es posible, ni financiar ni contar con el tiempo de manera presencial, para asistir a este tipo de educación.  Es el momento que el Estado piense en los jóvenes mayores de edad, que necesitan trabajar para sufragar sus gastos diarios, o sostener a su familia, sin renunciar a continuar una preparación académica profesional que ayude al desarrollo económico del país.


Finalmente, en materia de educación básica y media vocacional, proponemos que Bogotá cuente con un Plan de Transición, Organizado, Planificado y Garantizado hacía la Jornada Única Escolar, con reservas presupuestales ciertas y concretas, que imponga una fecha definitiva de expiración a la doble jornada que hoy prevalece en nuestros colegios públicos. 

La ampliación progresiva pero real de la jornada escolar a una Única, debe traducirse en la implementación de programas electivos para los niños y adolescentes, en materia deportiva, cultural, artística, e incluso de profundización en alguna materia obligatoria, según sea la elección del estudiante. 


Debido a lo anterior, nos oponemos firmemente a los programas de gobierno que en materia educativa financian la oferta a través de las universidades privadas, cuando dichos recursos deben dirigirse o reorientarse a la consolidación de la educación pública superior de Bogotá. Igualmente, nos oponemos a la privatización de la educación, a través de los llamados “colegios en concesión”, que redireccionan de manera errónea nuestros recursos públicos, en financiar proyectos privados, en vez de invertirlos en nuestros colegios públicos.  


El acceso real y eficiente a la educación pública básica, media vocacional y superior por parte de los jóvenes en el Distrito Capital, a través de la inversión social y pública en las propuestas anteriormente planteadas, se traduce en un joven menos que, por falta de oportunidades, deba acudir a practicas ilegales o a ingresar organizaciones criminales, con miras a sufragar sus gastos, para pasar el tiempo o simplemente para sentirse identificado en un grupo. “La inversión en la educación es la mejor arma contra la inseguridad”.  

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